lunes, 31 de agosto de 2009
EL CÏRCULO
Curioso
te intriga mi tapa con olor a nuevo
Intruso
me lees con avidez sin tiempo a subrayar
aunque quisieras
Inicias un viaje sin destino
deslizándote por la bitácora de vidas ajenas
El misterio se devela
Te apropiaste de mí
Me he apropiado de vos
La yerra marcó a fuego
El círculo se cierra
Estamos condenados a cadena perpetua
yo
vos
los dos
UNO
miércoles, 26 de agosto de 2009
LA HOJA
¿Por qué me atemoriza? Es sólo una hoja. No verde, no amarilla, blanca. Me mira inquisidora y demandante. Intento poblarla de palabras. Se rebela. A ser teñida de negro, se rebela. Desafiante, la punta de mi lápiz la hiere. Le agujerea la cabeza y el corazón. Se tiñe de rojo. La arrugo y la descarto. Me arrepiento. La aliso suavemente. Ella, mi mano y mi lápiz, somos rojos. Reconciliados, borrachos de pasión escribimos una historia; nuestra historia delatora de secretos.
A MI QUERIDÏSIMO CHRISTOPHER JOHN FRANCIS BOONE
GESTOS
No entiendo a los adultos. Son muy complicados al hablar. Por eso observo sus gestos. Sé, si mamá está triste o alegre con solo mirarle los ojos; si papá viene con ira o resignado porque no encontró trabajo, observándolo comer. En la plaza, me doy cuenta que pide el señor de la silla de ruedas cuando extiende su mano y su agradecimiento cuando alguien le da una moneda. Me da asco el gesto lascivo, insultante, que hace el vecino cuando pasa mi hermana. Me gusta el abrazo callado, amoroso, sincero, consolador de mi compañerita de banco, cuando me saco una mala nota.
Igual, a veces, no entiendo a los adultos. Me confunden cuando la sucesión de sus gestos es muy rápida (como en alguna peli policial)
insultante amoroso
sincero mentiroso
lascivo consolador
............ ..................
………………………………………………………..
No entiendo a los adultos. Son muy complicados al hablar. Por eso observo sus gestos. Sé, si mamá está triste o alegre con solo mirarle los ojos; si papá viene con ira o resignado porque no encontró trabajo, observándolo comer. En la plaza, me doy cuenta que pide el señor de la silla de ruedas cuando extiende su mano y su agradecimiento cuando alguien le da una moneda. Me da asco el gesto lascivo, insultante, que hace el vecino cuando pasa mi hermana. Me gusta el abrazo callado, amoroso, sincero, consolador de mi compañerita de banco, cuando me saco una mala nota.
Igual, a veces, no entiendo a los adultos. Me confunden cuando la sucesión de sus gestos es muy rápida (como en alguna peli policial)
insultante amoroso
sincero mentiroso
lascivo consolador
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domingo, 16 de agosto de 2009
...Y VOS ¿QUE SOS?
Apareció de la nada. Vestía de negro. Se sentó frente a mí. Comenzó a hablar. Soy un espíritu. Adquirí forma humana para no asustarte. Deseo hablar con vos. Sólo con vos. Mi identidad debe quedar en secreto. Tentado por mi orgullo quiero, al menos, un testigo. Vos sos el elegido. Pertenezco a una especie que se multiplica cada vez más. Fuimos creados por hombres con poder. Como yo existen muchos otros dispersos por el mundo. Podemos materializarnos en personas, animales o cosas. Pertenecemos a una organización. El cuerpo directivo es el que nos ha ordenado la misión a cumplir. Pronto completaremos nuestra tarea.
Yo estaba más concentrado en mirarlo que escucharlo. Se transformó. Era dos tetas y un culo, una cara de payaso, una tarjeta de crédito, una crema antiarrugas que prometía milagros, las estadísticas del Indec, un jugador de futbol o un político que respondía preguntas con un chip en su cabeza…
¡Che, no me estás escuchando!, dijo con bronca. Otra vez era el hombre de traje negro.
Si su misión es tan importante por qué sigue hablando conmigo, pregunté. Veo que no has entendido, contestó. Los de mi especie gozamos de algún tiempo de descanso. Es un premio a la excelencia de nuestro trabajo. Te daré una prueba. Encendió el televisor, hizo zapping durante algunos minutos y me dijo, ¿viste? quedan pocos rebeldes.
jueves, 13 de agosto de 2009
NaViDaD
De pequeña me dijeron que todos los veinticinco de diciembre el concededor de sueños recorría las calles del barrio. A cada niño le concedía su sueño, antes del amanecer, aunque no se lo hubiera pedido. Él lo sabía todo. Bastaba con dejar los zapatos a la vista. Un veinticuatro de diciembre decidí probar. Puse mis alpargatas deshilachadas en el frente del zaguán. Me acosté lo más temprano posible. Dormí solo de a ratitos.
A la mañana, fui la primera en levantarme. Corrí al zaguán. Mis alpargatas contenedoras de sueños estaban llenas de caramelos. Me decepcioné. Salieron a la calle mis amigas a mostrar lo que el concededor de sueños les había dejado. Laura mostró un juego de té. –No lo toquen que lo van a romper- dijo. Isabel reía subida a su nueva bicicleta. No nos animamos a pedirle que nos dejara dar una vuelta. Andrea tenía en sus manos un libro grande. – Es de cuentos ilustrados- dijo. Claro,- pensé- sos cuatrocha y el libro debe tener letras grandes para que lo puedas leer. Llegó Ana con una muñeca articulada que movía sus ojitos y que, si la apretaban, hacía pis y lloraba. ¡Mi sueño estaba en sus manos! –No-me dije- el concededor de sueños se equivocó.
Me senté en la vereda a comer mis caramelos y no las convidé.
jueves, 6 de agosto de 2009
NEOLOGISMOS CASEROS
Estaba con bronca y cansado. La batalla se alargaba. A pesar de eso no aflojaba. ¡Qué legufos, éstos nazis! se decía,tengo que filistearlos a todos. Cuando veía uno, lo centraba y disparaba con su pindringo. Pocas veces acertaba. - ¡legufo!- decía bajito. No gritaba, porque su superior había prohibido hacerlo dentro del cubículo. Disfrutaba tanto filistear que lo hacía, aún en su hora de descanso. Se lo tomaba tan a pecho que no veía, ni escuchaba a sus compañeros, hablar y mostrar fotos de mujeres.Usar su prindingo lo descargaba más que un whisky. Lo hacía especialmente de noche, sin importarle las consecuencias. Su compañero se enojaba con él, porque no lo dejaba descansar. Cuando lograba filistear a alguien, se premiaba con un chocolate. Una de ésas noches, filisteó a tantos enemigos, estaba tan feliz que perdió la noción de la hora. Lo iluminó la penumbra del amanecer y el sol de la mañana. Tomó café, pero el cansancio lo venció. Lo encontró su compañero, tendido en en el suelo, babeando un líquido marrón.
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