Apareció de la nada. Vestía de negro. Se sentó frente a mí. Comenzó a hablar. Soy un espíritu. Adquirí forma humana para no asustarte. Deseo hablar con vos. Sólo con vos. Mi identidad debe quedar en secreto. Tentado por mi orgullo quiero, al menos, un testigo. Vos sos el elegido. Pertenezco a una especie que se multiplica cada vez más. Fuimos creados por hombres con poder. Como yo existen muchos otros dispersos por el mundo. Podemos materializarnos en personas, animales o cosas. Pertenecemos a una organización. El cuerpo directivo es el que nos ha ordenado la misión a cumplir. Pronto completaremos nuestra tarea.
Yo estaba más concentrado en mirarlo que escucharlo. Se transformó. Era dos tetas y un culo, una cara de payaso, una tarjeta de crédito, una crema antiarrugas que prometía milagros, las estadísticas del Indec, un jugador de futbol o un político que respondía preguntas con un chip en su cabeza…
¡Che, no me estás escuchando!, dijo con bronca. Otra vez era el hombre de traje negro.
Si su misión es tan importante por qué sigue hablando conmigo, pregunté. Veo que no has entendido, contestó. Los de mi especie gozamos de algún tiempo de descanso. Es un premio a la excelencia de nuestro trabajo. Te daré una prueba. Encendió el televisor, hizo zapping durante algunos minutos y me dijo, ¿viste? quedan pocos rebeldes.
Pedazo de crítica. Le pediste permiso Irene porque sino capaz te hace juicio ´por publicar su foto... cuidado!!
ResponderEliminarBesos
Gracias Nanu! Si me inicia juicio le explico que lo considero un rebelde.
ResponderEliminarSi lo "entendiste", quiere decir que se "entiende". Eso me gratifica.
Será difícil encontrarlos en ese contexto... Excelentes trabajadores resultan...
ResponderEliminarExcelente reflexión Irene!
Beso!