Anoche se tumbó entre la gente. Entre los que se empujaban en la escalera para alcanzar el último subte. Se preguntaba, como siempre, donde estará mamá. Quiere creer que, equivocada, se mezcló entre una bandada de gaviotas. Reza todas las noches para que regrese. No es verdad que vendrá ; no es verdad que no vendrá. Se tapó con harapos. Tenía frío (mucho frío, pero sudaba), los dientes le castañeaban, la frente le hervía y su garganta estaba seca. Su cuerpo se fue encogiendo.
Una suave caricia lo despierta. Está oscuro. Solo distingue siluetas. De algo está seguro: no son los perros que a veces lo acompañan, ni el ciego del bastón, ni el poli que lo hecha de todos lados. No escucha voces. Está nadando en un líquido cálido. Está desnudo, sin miedo, ni hambre, ni sed. Tiene una sensación, leve, placentera, de haber estado ya en un lugar como éste .Tal vez esté soñando (no quiere estar soñando). Escucha la voz de una mujer que se queja de dolor. Otras voces le dan ánimo. La curiosidad por saber qué ocurre afuera lo lleva a espiar. Descubre un canal y se desliza por él. Una fuerza extraña lo hace girar, girar, girar. Escucha resoplar a la mujer y a alguien que le dice: ¡Fuerza mujer, que ya viene! Lo toman de la cabeza y lo arrastran. Ahora sí tiene miedo, pero no se resiste y sale. Un hombre de blanco exclama: felicidades señor y señora Alvares: éste es Pedro.
Una suave caricia lo despierta. Está oscuro. Solo distingue siluetas. De algo está seguro: no son los perros que a veces lo acompañan, ni el ciego del bastón, ni el poli que lo hecha de todos lados. No escucha voces. Está nadando en un líquido cálido. Está desnudo, sin miedo, ni hambre, ni sed. Tiene una sensación, leve, placentera, de haber estado ya en un lugar como éste .Tal vez esté soñando (no quiere estar soñando). Escucha la voz de una mujer que se queja de dolor. Otras voces le dan ánimo. La curiosidad por saber qué ocurre afuera lo lleva a espiar. Descubre un canal y se desliza por él. Una fuerza extraña lo hace girar, girar, girar. Escucha resoplar a la mujer y a alguien que le dice: ¡Fuerza mujer, que ya viene! Lo toman de la cabeza y lo arrastran. Ahora sí tiene miedo, pero no se resiste y sale. Un hombre de blanco exclama: felicidades señor y señora Alvares: éste es Pedro.
Irene, este texto es muy potente.
ResponderEliminarHay algo en lo que escribís, que golpea.
Este en particular, me gustó mucho. Muchísimo.
Beso grande
¡QUE ALEGRIA QUE PASASTE POR AQUÍ!
ResponderEliminarUn abrazo
Nacer, y nacer, y nacer...
ResponderEliminarMe encanta este texto, es súper sensible.
Felicitaciones!
Besote
Me gusta este texto porque esta recreado desde la esperanza, desde la nueva oportunidad y en lo formal está muy logrado.
ResponderEliminarGracias cumpas, por los comentarios. No sirven los que solo te dicen: ¡Qué lindo!
ResponderEliminarBesos