viernes, 18 de diciembre de 2009

Foto: Jorge tebes

Si pudiera cruzar el puente. Aunque fuera solo éste, pequeñito y frágil...

viernes, 4 de diciembre de 2009

PUBLICACIÓN EN BRÉTEMA

Nuestros amigos del Grupo Poético Brétema me han honrado con la publicación de un poema de mi autoría: A PEDRO.
Lo podés leer en: http://grupo-brétema.blogspot.com/ o en mi blog: http://irene-elrevesdelavida.blogspot.com/.
Desde Argentina, ¡GRACIAS!

martes, 1 de diciembre de 2009

MUNDO SUBURBANO

Foto: Jorge Tebes

Mientras tomaba un café, por la tarde, vio el noticiero. Decidió salir a caminar unas cuadras por el barrio, a tomar un poco de aire fresco. Tomó hacia la izquierda para no encontrarse con la villa Sarmiento: allí viven, impunemente, los dos chicos que asesinaron al almacenero. De la casa de al lado salió un olor nauseabundo a pis. Vio en el porche, un sillón viejo cubierto con una frazada deshilachada: era un nido de gatos. El marido opina que es mejor que tengan gatos para que se coman las ratas. Metros más adelante esquivó un pelotazo de los hijos de los “ocupas”. Están allí, porque coimean a un concejal. Antes de llegar a la esquina tuvo que bajar a la calle. Había un local abandonado, una vereda mitad rota y mitad pastizal. Un cartel bamboleante que se resistía a morir decía: “Carnicería, La vaca loca”. Imaginó que el antiguo dueño, nunca llegó a enterarse qué es eso de la vaca loca. Pasó, lentamente, un auto de vigilancia de la policía de la provincia. No le prestaron atención, quizá porque era una señora mayor. Los vio detenerse en el puesto de pizzas y llevarse una. Seguro no la pagaron y el dueño ni chistó, pensó. Cruzó la calle y siguió. Se levantó viento, que arrastró bolsas de supermercado y botellas vacías de gaseosas. Se acercaron dos perros vagabundos que le ladraron. Rezó como le enseñó su abuela: “San Roque, San Roque, que este perro no me toque”. Tal vez ella tenía razón, porque desviaron su atención hacia una bolsa de basura rota que mostraba restos de alitas de pollo. Un hombre arrastraba un carro artesanal cargado hasta el tope con cosas descartadas por otros; por un momento se tomó un descanso y siguió, camino a la Villa Sarmiento. Ella había salido a tomar un poco de aire. Él necesitaba todo el aire para continuar. Un letrero de un galpón le llama la atención: “Compro cobre, plomo, bronce, sin”. ¿sin?: no lo entiende. Vio venir a cuatro muchachos. Llevaba puesto el anillo de casamiento, que no se podía sacar ni con jabón, y ni una moneda en el bolsillo. Su instinto le dice que debe cruzar la calle; no lo hizo. Cuando pasaron a su lado se dio cuenta de que eran alumnos de la escuela vespertina Nro. 46, donde también estudiaron sus hijos. Lo hicieron en turno mañana, claro. Al vespertino van los que no pudieron o no quisieron estudiar en su niñez. En su interior siente la necesidad de pedirles perdón por prejuzgar, pero la jerga en que hablaban ellos la contuvo.
Sin darse cuenta llegó a la estación Tropezón. Nubes negras presagiaban que iba a llover. Decidió tomar un remis, pero recordó que no traía dinero. Le explicó a un remisero que le pagaría al llegar a su casa. Él desconfió, la observó de pies a cabeza, pero accedió. Al llegar le pagó y le dio propina por el favor.
En el cartero encontró una nota: “Pasé y usted no estaba”. Era de un tipo que decía vigilar el barrio por las noches. Nunca le dejó el número de su celular. Ella le pagó igual, como siempre, porque tal vez por eso nunca han entrado a su casa a robar.
Cenó mirando la tele, pero no el noticiero. Ya lo vio dos veces en el día (una, en vivo y en directo) La comida pedida al delivery, se le atragantó.