jueves, 28 de mayo de 2009

EL


Estudió teatro. No tenía la aspiración de ser famoso como actor, no. Su deseo era llegar a manipular a la gente. Quería ser perfecto en ello, porque le daría poder. Desde chico se fue dando cuenta que era posible. Observaba a las personas hasta darse cuenta qué esperaban de él, para recién después relacionarse con ellas y utilizar su histrionismo. Su vida se convirtió en escenas de comedia, drama…Usaba distintas máscaras griegas según la ocasión lo requiriera: eso le garantizaba el éxito. ¿Miedos? Sí, los tenía: a la falta de dinero, a la soledad, a la falta de control sobre los otros… pero contra eso sabía batallar.
A la angustia no la conocía; pero un día ella se le presentó. Fue en el día de su cumpleaños, cuando después del festejo se miró en el espejo.Vió que había encanecido. Descubrió que para él, como para todos, llegaría el no ser.

DESPERTARES

1-2-3-4 1-3-2-4 4-1-3-2.


Encontró basura desparramada sobre la vereda. SU basura, porque ella vivía sola. Ser soltera y virgen era su blasón. Vio vísceras de pollo, el aerosol mata cucarachas, pañuelitos descartables…
Era la más limpita de la cuadra; la primera en barrer la vereda por las mañanas y en sacar la basura por las noches colocada en dos bolsas, una dentro de la otra para evitar algún accidente. Cenaba temprano y frugalmente, veía un rato la tele desde su cama y se iba durmiendo despacito como lo hacen los que saben del deber cumplido, o los muy aburridos.
Mientras apresurada recogía los desperdicios, no dejaba de pensar quién podía haber sido el causante de semejante atropello. La desagradable situación siguíó repitiéndose cada mañana, pero con algunos cambios.
A veces, encontraba toda su basura esparcida y las bolsas semidestrozadas en las veredas de de otros vecinos. Eso la tranquilizaba un poco. -No, no es una cuestión personal- pensaba. Otras, encontraba su basura solo algo desparramada y las bolsas a medio abrir, lo que la llevaba a pensar que era algún indigente que rompía las bolsas en busca de comida. Ella, que nunca atendía al que tocaba su puerta a pedir algo para comer, comenzó a hacerlo, con la ilusión de que si era uno de ellos dejara de hacerle daño. La situación se tornó peor. Intentó otro método: guardaba las bolsitas del supermercado y cuando pelaba frutas las colocaba en una, los restos de carne en otra, lo que desechaba de las verduras en otra…. Todas las bolsitas iban a parar a dos bolsas de basura, como siempre, una dentro de otra. Las bolsas aparecían desgarradas, tiras negras del vestido de una mujer violada.
Decidió ponerle fin a la situación. Su cena dejó de ser frugal. Pedía por teléfono abundante comida ya hecha, se sentaba cerca de la ventana, piedra en mano, decidida a ganarle al maldito. Andaba nerviosa por la falta de sueño, la gastritis y la colitis. Aunque la casa olía a excremento, ir al médico significaba para ella una pérdida de tiempo. El ansia de venganza le dibujaba una sonrisa cada vez más siniestra, porque no lograba ver al que la atormentaba.
Una mañana se levantó y lo primero que hizo, como siempre, fue acercarse a la ventana. La vereda estaba limpia (las hojas que el otoño amontonó, no le importaron) y la bolsa de basura intacta en el canasto. Siguió espiando por las noches, pero su vereda amanecía impecable.
La angustia de la espera se le hizo insoportable, hasta desbordarla, a tal punto que estallaba en crisis de llanto: nada ni nadie le quitaría el placer de la venganza. Una noche salió, desparramó su basura y siguió espiando.

jueves, 14 de mayo de 2009

LOS EXPEDIENTES X



Juan, como todos los días de sus días, llega a su oficina en el juzgado. Se sienta y suspira desalentado mirando la larga fila de expedientes que tiene que ordenar.Hace tantos años que hace el mismo trabajo que se le ha instalado un chip en su cabeza: según el tema, el número, fecha de entrada… A algunos ya los identifica por que los juicios son tan largos que van y vienen, eso cuando al juez se le ocurre ocuparse de la causa, porque en la mayoría de los casos van a parar a un estante y nadie se acuerda de ellos.
Hace algunos días que su rutina se viene complicando. Cuando le piden un expediente tarda en entregarlo porque éste, se halla en un lugar que no le corresponde; otras no lo encuentra aunque lo busque meticulosamente. Algunas veces se alegra porque lo encuentra inmediatamente, pero sus páginas están en blanco. Es raro que uno esté exactamente en el lugar en que lo dejó.
Comienza a trabajar más horas pero su eficiencia es cada vez menor. El jefe lo ha citado en su despacho para llamarle la atención. ¡Justo ahora que se está por jubilar y pensaba que lo haría con medalla de honor! Está obsesionado.
Cada día llega a su trabajo más temprano. Se sienta en su silla mirando desafiante a los expedientes que parecieran reírse de él. Los vigila hasta la hora de salida para cerciorarse que no han cambiado de lugar. Todo es inútil.
Analiza que orden hay dentro del des-orden. Al fin comprende: se han hartado del criterio de elegido por sus superiores; están decidiendo donde estar porque saben que muchos, pasaran años olvidados en los estantes. Informa sobre la lógica que han adoptado para moverse. Sus superiores y todo el personal, después de un largo debate, la aceptan: los que se sientan cómodos en el lugar que se los coloque, podrán quedarse allí; los que cambien de lugar porque han encontrado pareja o un amigo, también. A los que ya se les han borrado las páginas o se les borren en el futuro serán incinerados y se los colocará en una urna común, a la vista de todos, para que se los reverencie. A algunos de los que se fueron sin previo aviso se les mandará una carta documento para que regresen, porque en la huída han dejado algunas pequeñas hojas que los extrañan.Los juicios se van agilizando ahora que todos los oficinistas han adoptado, para organizarse, la misma lógica de los expedientes.

MARUMBA


Africa. Media mañana. Sol. A Marumba le gusta jugar mientras sus padres trabajanen la plantación de bananas. Compite con su sombra. Va rotando su cuerpointentando que ésta lo acompañe. No lo consigue. Ella permanece en el mismolugar. Al medio día deja de de hacerlo porque su sombra se va, él no sabe donde.Más tarde vuelve y el juego continúa.Marumba ha enfermado. La fiebre de la malaria lo consume en su catre. Se sientemuy decaído y no piensa en jugar. Han venido los trabajadores de la salud en laclínica móvil y lo han medicado. Pasan cuarenta y ocho horas.El niño negro despierta. Se siente ágil. No tiene ya dolores musculares, ni hambre, ni sed. Solo quiere jugar-¿Dónde andará mi sombra?- se pregunta.Africa. Media mañana. Sol. Todos tienen su sombra: la casa, el bananero, Kunta. Marumba grita- ¡Kunta…¡ ¿Por qué no encuentro a mi sombra?3 de junio : día de los mártires en UGANDA

DESPEDIDA SIN AVISO



Sabía que me volvería a suceder, pero no de ésta manera. Ella se fue sin avisarme. Otros también se están yendo; pero es distinto… Me van dando indicios de que lo van a hacer aunque a ninguno le preocupe que me voy quedando sola. Sola en la estepa. Aquello de “entre nosotras no hay secretos” y bla, bla, bla…¡puras patrañas! ella me dejó sin contarme su plan. Si cree que voy a sufrir está muy…, pero muy…equivocada.Al velatorio no voy a ir. Los hacen para dar oportunidad de chusmear ,cuerear y de paso tomarse un cafecito gratis. No digo los íntimos que seguramente la van a extrañar. Yo prefiero quedarme en casa, total, ella fue la que quiso irse.Tengo que pensar que me voy a poner mañana para el entierro. ¡Ah sí, ahí estaré¡ Ya sé . Me pondré el vestido corto que me criticaba por que decía usaba el rojo para hacerme la pendeja. ¿Llorar? Ni que me maten.¿Dónde está el puto pañuelo? ¡Te odiooooooooooooo Ana!

MANDATOS


Te han cercado. Te ordenan aunque no escuches sus voces. No te tocan pero sentís el duro golpeteo de sus dedos índices en tu cuerpo. Sigilosamente te vas deslizando bajo la sábana y te tapás la cabeza. Inútil; ellos saben que estás ahí, que siempre los obedeciste y no te dejarán escapar. Ya no pedís auxilio porque sabés que ellos son los más fuertes. Apretás más y más, con tus manos temblorosas, el cuchillo que hace días guardás bajo la almohada. Vas sintiendo que un tibio líquido te va calentando y te vas tranquilizando. Ya no sentís miedo, Ya no tiritas… Ya no sentís NADA…

miércoles, 13 de mayo de 2009


-Sr. Hernán Pedrozo: ¿Jura sobre estos Santos Evangelios, decir la verdad y nada más que la verdad?

-Sí, Su Señoría.

-¿Cómo se declara, culpable o inocente del asesinato de la señorita Maya Montenegro?.

- Inocente, Su Señoría.

_ Sr. Pedrozo, dado que ha decidido encargarse de su propia defensa, le ruego comience con su descargo.

-Bien. El día sábado 28 de febrero del 2009 estaba esperando el corte de semáforo en la intersección de las calles 18 de Diciembre y Mitre, en el partido de San Martin. Junto a mí se paró una señora muy mayor. Luego ustedes me dijeron que su nombre era Maya. ¡Ah, perdón! Debo decir que a ésa altura de los acontecimientos yo ya conocía a la señora, que desde ahora llamaré Maya.

- Joven: ¿La conocía? ¿Está dispuesto a sostenerlo, aunque eso lo perjudique?-Sí, Su Señoría. Continúo. Me bastaron pocos minutos para hacerlo. El tiempo que tardé en recorrer detrás de Maya media cuadra de la 18 de diciembre; para mí una eternidad. Su cuerpo, mango de paraguas de madera curva, le permitía ver solo lo que estaba a un metro y medio de altura del cascote en que vivimos. ¿Caras? Pocas. La chocaba cualquiera que, de apurado, no la viera o no quisiera verla. El tamborilleo en código morse de su bastón sobre las baldosas me sonó a conjuro. Pegó un saltito de pajarito aprendiendo a volar. Creo que tropezó . -¡Callo de mierda!- le oí decir. Se ve que le dolió. En fin. La cuestión es que caminó sigzagueando media cuadra y yo detrás. No encontraba manera de esquivarla. Al fin, paró. Se apoyó en la pared y tanteó la cartera que traía colgada en bandolera. Miró sigilosa para todos lados. Se la veía agitada. -¿A qué le tiene miedo?- me dije en voz alta – A su edad lo único que debe llevar consigo es algún documento y algunas moneditas- Aproveché para adelantármele. Cuando estaba en la esquina esperando el cambio de semáforo ¿A quién tengo a mi lado? A Maya. No podía haberme alcanzado tan rápido. Alzó sus ojos y me miró. ¿Pudo ver mi rostro? Me di cuenta de sus medias lágrimas y de su cansancio infinito e irremediable - ¿Me ayudás a cruzar al otro lado?- me dijo. No le contesté. La línea recta que separa el bien del mal se me convirtió en viborita. Todavía no nos daba paso el semáforo cuando la empujé debajo del colectivo. Se mezcló con el asfalto. Soy inocente, solo la ayudé a cruzar al otro lado.

CARTA


Buenos Aires, 5 de junio de 2008
Querido ARIEL:
Esta vez las noticias importantes te las daré por carta, no por teléfono como acostumbro. Lo ocurrido me tiene confundida y lo que te diga no lo podré arreglar ni negar; en cambio lo que te escriba sí. Me ayudará a ordenar mis pensamientos y a que me comprendas mejor.
Ayer murió la abuela. Lo que estaba ocurriendo no te lo conté antes porque estás tan lejos…, y no quería preocuparte. A la distancia uno sobredimensiona las cosas. Ahora, ante lo inevitable, ya no tengo excusas. No es justo que, cuando vuelvas, te encuentre con una sorpresa. Por un lado estoy triste porque, aunque sabía que ella no me reconocía, me gustaba mirar sus ojos perdidos quién sabe en qué recuerdos y tratar de saber si en ellos estaba yo. A veces la hacía sonreir. No sabía si lo hacía conmigo o con una sombra pero igual me alegraba. Por otro lado, estaré más tranquila. Ya no tendré que preocuparme de si come, si recibió su baño diario, si su tos se convertirá en bronquitis o si sus escaras terminarán sangrando. La cremamos.
Sabés que yo quiero lo mismo para mí. No soporto pensar que me comerán los gusanos, ni que se preocupen por si fueron o no a visitarme al cementerio o en qué fecha tienen que renovar el permiso de la municipalidad. Quiero que mis cenizas estén en el mar o en cualquier río, pero que sea en el agua. Ante la muerte de la abuela, sé que no puedo pedirte que me prometas que ése día no estarás triste. Mi otro deseo sí debes cumplirlo; quieras o no. Cuando vuelvas, no sé ni deseo saber cuándo, no te enojes con los demás si me ves viviendo en un geriátrico, por que será por decisión mía. Si no puedo valerme por mí misma, no quiero darle trabajo a mis nueras, ni soportar que mi familia me ordene la vida. Una cosa es que una mucama te dé un plato de comida fría o te ordene a qué hora ir a dormir y otra que lo haga un pariente. Quiero vivir tranquila, con mis fotos, mi música, mis cuadernos y mis libros.
Eso sí, no te olvides de traerme el perfume de la última vez.
Te quiere:
Mamushka

martes, 12 de mayo de 2009

NO CIERRES LOS OJOS EN LA OSCURIDAD




Los dos están tendidos en los sillones de la sala. La luz tenue de una lámpara apenas los perfila.-Patea- dice ella sin dejar de acariciar su vientre prominente- Me acaba de llamar tu sicóloga. Me dijo que sufriste… un ataque de pánico.-Iba en el tren, hacia la oficina, pero sentí tanto miedo de llegar que los músculos de mi cara comenzaron a contraerse de manera involuntaria… Decidí volver a casa a pié. No podía, en ese estado, afrontar las responsabilidades del trabajo. Pasé por el consultorio de mi sicóloga. Conversar con ella me contuvo- explica él.- Debe ser estrés por el trabajo. ¿Por qué no tomás unos días de vacaciones? Podemos pedirle el departamento de Mar del Plata a tu hermano. Ahí podemos descansar los tres- susurra ella, apoyando sus pies hinchados en uno de los brazos del sillón.-¿Qué? ¿cómo nos vamos a ir si vos tenés que trabajar?- contesta él alterado.- Acabo de renunciar. Te lo pensaba decir ésta noche en cuánto llegaras. No lo hice porque para mí es más importante que me dijeras que te ocurrió-contesta ella con voz serena mientras alarga su brazo hacia él con la intención de tocarlo.- ¿Justo ahora?- pestañea él.- Es que esperamos tanto éste bebe- contesta ella, mientras lucha por acomodar un almohadón bajo su cintura-, que decidí que por lo menos durante los dos o tres primeros años debemos darle los mejores cuidados.- Esa es tu decisión. A mí me ayudó mucho la terapia. Ahora lo tengo todo claro. Creo poder ser un buen esposo; nunca un buen padre- dice él con tono firme.Durante un rato largo se mantienen en silencio. La oscuridad se va adueñando de la sala; él la profundiza - Quiero el divorcio.

sábado, 9 de mayo de 2009

RIO


Mis zapatillas han decidido parar al borde de la barranca húmeda. Una briza suave trae, desde lejos, aromas que aspiro como un adicto. Las ramas de los sauces se inclinan y sus manos acarician el agua. He perdido la noción del tiempo que llevo aquí. De tanto en tanto, el canto monótono de las cotorras me sacan de mi ensoñación. Mis ojos,obstinadamente,no dejan de mirar la corriente empeñada en llevarse con ella los pocos centímetros de tierra que me protegen de la caída.Quiero olvidar mi pasado tormentoso; mi presente me es indiferente.¿Por qué por momentos retrocedo? El agua va formando un remolino cuyo punto central se hunde hacia el fondo fangoso. Comienzo a sentir vértigo. Sí, mi destino final es el rio.