martes, 12 de mayo de 2009

NO CIERRES LOS OJOS EN LA OSCURIDAD




Los dos están tendidos en los sillones de la sala. La luz tenue de una lámpara apenas los perfila.-Patea- dice ella sin dejar de acariciar su vientre prominente- Me acaba de llamar tu sicóloga. Me dijo que sufriste… un ataque de pánico.-Iba en el tren, hacia la oficina, pero sentí tanto miedo de llegar que los músculos de mi cara comenzaron a contraerse de manera involuntaria… Decidí volver a casa a pié. No podía, en ese estado, afrontar las responsabilidades del trabajo. Pasé por el consultorio de mi sicóloga. Conversar con ella me contuvo- explica él.- Debe ser estrés por el trabajo. ¿Por qué no tomás unos días de vacaciones? Podemos pedirle el departamento de Mar del Plata a tu hermano. Ahí podemos descansar los tres- susurra ella, apoyando sus pies hinchados en uno de los brazos del sillón.-¿Qué? ¿cómo nos vamos a ir si vos tenés que trabajar?- contesta él alterado.- Acabo de renunciar. Te lo pensaba decir ésta noche en cuánto llegaras. No lo hice porque para mí es más importante que me dijeras que te ocurrió-contesta ella con voz serena mientras alarga su brazo hacia él con la intención de tocarlo.- ¿Justo ahora?- pestañea él.- Es que esperamos tanto éste bebe- contesta ella, mientras lucha por acomodar un almohadón bajo su cintura-, que decidí que por lo menos durante los dos o tres primeros años debemos darle los mejores cuidados.- Esa es tu decisión. A mí me ayudó mucho la terapia. Ahora lo tengo todo claro. Creo poder ser un buen esposo; nunca un buen padre- dice él con tono firme.Durante un rato largo se mantienen en silencio. La oscuridad se va adueñando de la sala; él la profundiza - Quiero el divorcio.

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