sábado, 8 de octubre de 2011

SE BUSCA PADRE...

El teatro está colmado. Las luces apuntan hacia los brillos de las joyas de las mujeres. El telón todavía no ha sido levantado. Un hombre aparece caminando por el borde del escenario cuidando de no caerse. La sorpresa de los espectadores hace que callen los murmullos. El hombre carraspea,y luego comienza a hablar. - Estoy aquí mirándolos, y ustedes a mí. Ya se habrán dado cuenta que no soy uno de los actores de la obra que han venido a ver. No se impacienten. Tuve que convencer al dueño del teatro para que accediera a darme unos minutos y pedirles a ustedes un favor. Necesito saber, si el que busco está aquí: mi padre. Mamá me decía que él iba todos los sábados al teatro, que ella también hubiera querido hacerlo, pero que una lavandera no podía darse esos lujos; él sí. Pensá que era el hijo del gobernador de la provincia (lo justificaba con ternura). Les daré datos de su fisonomía, que he recogido por ahí. Siempre viste de traje y corbata, zapatos bien lustrados y peinado “a la gomina”. Tiene un gesto adusto, como de alguien enojado con la vida, pero sus ojos…sus ojos denotan una dulzura triste. Observen a los que tienen a su lado antes que se apaguen las luces. Si lo reconocen, les ruego me lo digan. Necesito hacerle preguntas y obtener respuestas para comprender. Disculpen el tono de mi voz y mis lágrimas. Algunos de ustedes estarán pensando: ¿y a mí que me importa lo que está diciendo?,no es mi problema. Están en un error ¿qué es sino el teatro?: el reflejo de la vida. Perdón, tengo que dejarlos. Llegaron a buscarme esos dos hombres de blanco que son los que me cuidan. Si ven a mi padre ya saben dónde encontrarme. Gracias.

El hombre hace una reverencia y se retira.