lunes, 19 de octubre de 2009

SANGRE

foto: J.T.

¿Dónde hay un mango, viejo Gómez? ¡Se lo han limpiao con piedra pómez!

Ivo Pelay (argentino)

-Mi abuela me lo contó (y no era de las abuelas que cuentan historias de mentiritas): quedó viuda y con hijos, en una época muy fulera (para los pobres, me aclaró). Lavaba ropa para “afuera”. Ganaba un peso por día. Un día encorvada sobre una pileta grande, llena de agua bombeada por ella, una tabla de madera para fregar y un pan de jabón. Fregaba, fregaba y seguía fregando. Vaciaba la pileta, volvía a bombear hasta llenarla y enjuagaba la ropa. La volvía a enjuagar por segunda vez y la colgaba en la soga del patio, rogándole a tatita dios que no lloviera. Había cosas que no le gustaba lavar: las toallitas higiénicas (las que no se lavan, se tiran después de usadas, no existían todavía). Lavaba las verdaderas, las de tela, esas que no tenía para usar (cualquier trapo tenía que venirle bien), las que usaban las niñas de sociedad cuando menstruaban. Esas, empapadas de sangre ajena, eran las que lavaba mi abuela. Las tenía que entregar bien blanquitas. Lo que no me dijo es si ya se usaba lavandina.

4 comentarios:

  1. Mi abuela tambièn lavaba para alimentar a sus 6 hijos, y hacìa pan. Es un recuerdo muy emotivo, y duro. yo harìa un cuento de como la sangre es la misma para los ricos que para los pobres. Y lo vincularpia a la sangre de cristo, algo muy simbolico.

    Besos.

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  2. Siempre tenés buenas ideas.
    Gracias por tu confidencia. Hay gente que siente verguenza de su origen. Queda claro que no somos de esos.La dureza de la que hablás, tal vez nos hizo un poco locos; pero más sabios.
    Un abrazo

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  3. Y... algo voy aprendiendo de usté maestro.
    Un abrazo

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