Encendí un cigarrillo y la escuché:
-Ayer a la mañana me sentí mal. Fui al hospital. Tenía el nivel de glucosa altísimo. Me tuvieron en una camilla como dos horas en
observación. Cuando me recuperé me mandaron a casa -con una sonrisa picarezca
agregó - No le conté al médico que el día anterior me había comido un choripán.
Siguió, durante unos minutos, explayándose
en detalles.
Encendí otro cigarrillo y aspiré largamente.
Alargué mi mano libre y acaricié una de las suyas. ¿Qué decirle? Cada uno,
responsablemente o no, elige su destino.
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